27.2.06

El “Guapo” siempre cae


¡Bola en Mano! A través de la historia siempre hay un “guapo” que se las da de mandamás. Pero así como suben a costa de fuerza bruta, caen víctimas de sus egos y altanería. Goliat se guilló y David lo tumbó. Napoleón conquistó y exiliado terminó. Pedro Navaja con cuchillo en manó atacó y tirao’ en la calle con un tiro terminó. Fernando Vargas habló y habló y se enfrenta al retiro con tremendo chichón.

Es una pena la debacle en la carrera de quien en algún momento se le conociera como “El Feroz”. Vargas nunca fue santo de mi devoción, pero ciertamente es el tipo de púgil que inyecta vida al deporte del toma y dame, que se las ha visto negra por falta de peleadores carismáticos. Siempre admire la valentía (o estupidez) a enfrentarse a golpes, pero fue esto mismo lo que marcó el comienzo del fin para su carrera. Pues no es por mi condición de boricua que afirmo que Vargas dejó de ser “feroz” cuando terminó en KO la electrificante pelea contra Félix “Tito” Trinidad. Los golpes del querendón de Cupey Alto dejaron al tigre hecho un gatito y finalmente la derrota psicológica que le propinó el Golden Boy hicieron de Vargas un gladiador del montón.

Al enfrentarse a Shane Mosley, Vargas buscaba revivir el fuego de su carrera, Mosley buscaba lo mismo con Vargas. La campana sonó y con la decisión de Cortez la batalla se dictó a favor de Mosley. Y así con el rostro desfigurado que lee derrota, es fácil asumir que a Vargas le ha llegado el final de su carrera.

15.2.06

Historia sobre el fronte justificado por una trampa y 14 brazos.


¡Bola en mano! El Béisbol como deporte va en camino al cementerio más rápido que el tirador que se mete a vender droga en el territorio del maleante rival. Desde la huelga de jugadores a principios de los 90 los fanáticos han ido desplazando su afición hacia otros deportes, tanto así que cuando hace poco los jugadores amenazaron con ir nuevamente a un paro, la gente sostenía pancartas en los parques que leían: “If you go, don’t ever come back.” La participación del deporte en eventos internacionales como El Mundial de Béisbol organizado por la IBAF (Federación Internacional de Béisbol) y los equipos olímpicos carecen de credibilidad y seguimiento por la ausencia de los mejores atletas de la disciplina. Tanto así que el movimiento olímpico eliminó a la pelota y el softball como deportes olímpicos. Mientras tanto Major League Baseball se encontraba ante la crisis de poca asistencia, equipos en mudanza buscando mejores “hogares”, en fin todo apunta a que la crisis mundial de béisbol también ahogaría al gigante norteamericano. Así que un día Bud Sleig, el “Baseball Commissioner”, se las guilló de Skeletor y descubrió la rueda poniendo a cocinar un plan maquiavélico para una verdadera Serie Mundial de pelota. Pero no olvidemos que Sleig trabajar para MLB, no para el deporte así que él y sus secuaces han moldeado las reglas de esta nueva “COPA MUNDIAL” al beneficio de los intereses de MLB y Estados Unidos. El escándalo de la posible exlcusión del equipo cubano, sumado a estas nefastas reglas, más que ayudar al béisbol le han restado bastante credibilidad al World Baseball Classic. Veamos como EU se prepara desde las reglas para ser “campeón.”:

1) Todos los jugadores reclamados por los países deberán ser evaluados por una comisión en la que sus respectivos equipos podrán solicitar la exclusión de cualquier jugador del Mundial. (En otras palabras, regla para eliminar piezas importantes en los equipos de la competencia. Ej. Jorge Posada – Puerto Rico, Hideki Matsui – Japón, Mariano Rivera – Panamá, Félix Hernández - Venezuela)
2) Los jugadores de Grandes Ligas no podrán entrenar hasta el momento en que el seguro que el Clásico le compró para los dueños de equipo de MLB esté en efecto. (En otras palabras, regla para que ningún Grandes Ligas entrene antes de que comiencen los campos de entrenamiento de las mayores)
3) La participación de los lanzadores será restringida a una cantidad especifica de apariciones y lanzamientos. El arbitro principal notificará a los dirigentes cuando deben sacar a sus lanzadores. (En otras palabra, regla para beneficiar al equipo con mejor finca de lanzadores, Estados Unidos.)

¿Se imaginan los Cavaliers de Cleveland o a los San Antonio Spurs, diciendo cuantos minutos de juego o cuantos tiros pueden hacer Lebron James o Manu Ginobili en una competencia olímpica? ¿Qué tal si el Barcelona exigiera que Ronaldinho sólo puede jugar 20 minutos de juego por la inversión que han hecho en él? ¿Qué tal si Inglaterra no puede contar con su capitán David Beckham por que el Real Madrid está preocupado por su salud? Son estas reglas las que hacen que el Baseball World Classic no sea más que un fogueito a un verdadero mundial. Y cuando vez el equipo de Estados Unidos con los brazos de Roger Clemens, Jake Peavy, Dontrelle Willis, C.C. Sabathia, Chad Cordero, Brian Fuentes, Brad Lidge, Todd Jones, Joe Nathan, Scot Shields, Huston Street, Mike Timlin, Dan Wheeler, y Billy Wagner la reglita de el límite en jugadores comienza a hacer mucho más sentido la forma en que mueve la balanza a favor de los americanos. A encima de esto si vez como se organizó el Mundial, Estados Unidos no se cruza con los mejores equipos hasta la semifinal... ¿o acaso creían la batalla de titanes entre Venezuela, Rep. Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Panamá, Holanda, Italia y Australia en las primeras dos rondas del grupo C y D era pura casualidad?

Este supuesto clásico, más que un esfuerzo para salvar el béisbol, es un intento de Estados Unidos de validar que aun son dueños de este deporte. Y aun con todas estas reglas, les digo de corazón, que en esos 14 brazos quedá el futuro del fronte beisbolero de Estados Unidos. ¿Será que aguantan?

14.2.06

Interesante mensaje

¡Bola en Mano! Hoy, quiero tomar un aparte del mundo del deporte para mostrarles una página que me tocó. El site es www.fotosentimientos.com y aunque al principio parece algo cursi luego descubres algo muy interesante. Explórenlo.

13.2.06

El autógrafo más valioso

¡Bola en mano! El interés o la manera de ver el mundo deportivo cambia radicalmente a través de la vida de un hombre. Cuando niños buscamos en los atletas a ese súper héroe que puede brincar más alto que los demás, que puede correr más rápido que nadie o aquel que se impone con más fuerza sobre el otro. Luego comenzamos la etapa de coleccionistas y memorizamos números, estadísticas, fechas y eventos, organizándolas en nuestra colección de tarjetas o recortes de periódicos. Muy seguido de esta etapa llega la era del empresario, en donde vemos toda nuestra memorabilia como un negocio y nuestro mayor interés durante un juego es conseguir que la estrella del momento te firme una bola, una gorra, una tarjeta, que te firme lo que sea. Luego comienza la época del deporte como recreación, ese espacio sagrado de compartir con los amigos y alejarse de las esposas por unas horas. Finalmente, ya de viejos, volvemos al principio y buscamos en los atletas esos súper héroes que nunca llegamos ser.

Hace un poquito más de 10 años me encontraba en mi etapa de “empresario” y recuerdo que dejaba el pellejo buscando el autógrafo más cool. De esa época guardo mi gorra de Santurce firmada por Juan “Igor” González y Hector “Porky” Villanueva, tarjetas firmadas por Igor, Sierra, Baerga, bolas firmada por Javy López, el equipo nacional cubano de los 90 (dónde militaban El Duque Hernández y José Contreras), taquillas de eventos boxísticos firmadas por Tito Trinidad, una bandera de Puerto Rico firmada por Daniel Santos, y las firmas más atesoradas como la de Charles Barkley, Magic Johnson y Roberto Alomar (mi atleta favorito de todos los tiempos). Sin embargo ninguna de estas firmas es tan valiosa como aquella que conseguí en un juego de exhibición de los 12 magníficos. De entre una multitud de chamaquitos, mi padre me haló por el cuello de la camisa y me dijo: Ven, te tengo un autógrafo. Emocionado pensé que papi había logrado acceso a un lugar donde los grandes jugadores firmarían mi boleto. Sin embargo llegué hasta donde un hombre, alto, algo lento y de un torpe caminar. Alrededor de él varios “viejeagers” le saludaban mientras el gigante sólo sonría. Algo insolente pregunté decepcionado, “¿quién es este?”, a lo que mi padre sólo respondió “un gran hombre.” Aunque las personas a su alrededor querían sacarlo rápidamente del Coliseo Roberto Clemente, el gigante tomó su tiempo para firmar mi taquilla y la de otras dos personas que se acercaron a él con los ojos mojados de admiración. Camino a casa sólo podía pensar en que estuve a punto de tener la firma de Fico y James Carter y terminé con la de un grandulón desconocido. Así aquel autógrafo quedó en el fondo de la gaveta donde guardaba mis tarjetas deportivas. Nunca hablé de ella, no la mostré orgulloso y francamente hasta hace poco ni la recordaba. Pero ahora, desde otra etapa en la asociación del hombre con el deporte, atesoro ese autógrafo como el más preciado de mi colección. Si algún día lo quieres ver, encontrarás ese autógrafo muy bien guardado, junto al de Tito, al de Alomar y al de Barkley. Junto a mi foto con Magic y mi gorra de Santurce. Y cuando mi hijo crezca y me pregunte de quién es esa firma, responderé orgulloso “de Ramón Ramos, un gran hombre.”

8.2.06

Crónica de una muerte anunciada.


El día en que lo iban a matar, el béisbol puertorriqueño, se levantó a las 5:30 de la mañana para esperar al periodista que le preguntaría sobre como dejó escapar un juego más. Había soñado con el Dream Team de 1994 y cómo una multitud de fanáticos aplaudían mientras cantaban a coro “Puer-to-Ri-co”, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se encontró salpicado por la mirada burlesca del resto de los países caribeños. «Siempre soñaba con la fanaticada», me dijo Lino Rivera, uno de los pocos que creían en él antes de su muerte, evocando los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado con que las estrellas de las Grandes Ligas jugaban en la Isla todos los inviernos y el parque se llenaba de niños y adultos, buscando tener un encuentro con sus astros», me dijo. Lástima que ni Lino, ni Mako, ni Benjamín Rivera, ni siquiera el mismo béisbol pudieron reconocer el presagio aciago que tenían de frente.

Y así, como la muerte de Santiago Nasar, la muerte del béisbol puertorriqueño era de conocimiento de todos.

- Lo sabían los Grandes Ligas y dejaron de participar en el Torneo Invernal.
- Lo sabía la fanaticada y dejaron de ir a los parques.
- Lo sabía la Liga y dejó de organizarse, dejando todo al azar.
- Lo sabía la prensa y dejó de darle cobertura.
- Lo sabía los equipos de las Mayores y dejaron de enviar sus mejores prospectos.
- Lo sabía la juventud del país y dejaron de practicar el deporte.

Todos lo sabíamos y aunque nadie quería que el béisbol de aquí muriera no hicimos nada para impedirlo. Nos hicimos de la vista larga cuando los Grandes Ligas dejaron de participar. Nos dijimos nada cuando desparecieron franquicias clásicas como los Senadores y los Cangrejeros. Y cuando alguien quiso decir algo sobre el estado crítico del draft le dimos más importancia al fútbol, al basket o al voleibol.

Pero a diferencia de Santiago, que cada vez que se lea su historia, los mensajeros no llegarán, la puerta de la casa no se abrirá, los cuchillos no fallarán, la historia de la muerte del béisbol boricua tiene una esperanza de cambiar. La esperanza de que en marzo el orgullo por la patria y el gusto por jugar en casa vuelva nacer en los corazones de los Grandes Ligas con el World Baseball Classic y se reporten cada noviembre a fomentar el deporte. La esperanza de que el gobierno reconozca la importancia socioeconómica del béisbol en Puerto Rico como generadora de valores y empleos y le ayude a revivir. La esperanza de que la prensa reconozca que con hablar de las glorias del ayer no ayuda al conocimiento popular de la calidad de jugadores que se presentan en cada invierno como los Gotay, los Ríos y los Cintrón. La esperanza de que el fanático vuelva a sentir ese fuego por defender y apoyar a su equipo reconociendo que sin importar que franquicia gané, al final TODOS GANAMOS.

Santiago Nasar siempre va a morir, esa fue la disposición del maestro García Márquez, depende de TODOS nosotros determinar si el béisbol en la Isla sufrirá esa misma suerte.