14.1.07

Contratos fuera de liga.


Desde que en 1998 Kevin Brown firmó un contrato de 7 años y $105 millones de dólares con los Dodgers de Los Ángeles, las finanzas en las Grandes Ligas han tomado un papel mucho más protagónico que lo que pasa en el terreno de juego. En lo que va de temporada muerta mirando hacia el 2007, 4 jugadores de las Mayores han entrado al baile de los grandes en donde necesitas un contrato valorado en $100 millones o más. Entre ellos el dominicano Alfonso Soriano, que no sólo se muda de posición al campo central, sino de que también de ciudad estampando su firma con los Cubs de Chicago por la cantidad de $136 millones por 8 años. También se suma otra latino en la figura del panameño Carlos Lee, quien firmó con los Astros de Houston por 6 años y $100 millones. Pero, cuál es el verdadero efecto de estas firmas más allá de llenarle los bolsillos a unos cuantos. En estos tiempos guardar la billetera o romper la alcancía puede salvar o destruir no sólo a un equipo sino a la Liga entera.

Muchas veces me encuentro tratando de justificarle a gente ajena al deporte el porqué una persona puede llegar a valer $100 millones. Vamos a olvidarnos por un segundo de que Albert Pujols, Carlos Beltrán o Manny Ramírez no salvan vidas, ni dirigen países. Olvidémonos por un momento de que un pelotero en su forma más simple es una persona que le pega con un palito a una bola (por más difícil que sea). Veamos la realidad en blanco y negro. El béisbol es un deporte, pero las Grandes Ligas son un negocio. Y en el negocio de las Mayores los peloteros son la materia prima con que se va a producir el entretenimiento que es el producto final. A mejores peloteros, mayor es el entretenimiento. Esta ecuación la han hecho los dueños de las franquicias y están dispuestos a pagar más por tener los mejores ingredientes que atraerán a los hambrientos de béisbol a su kiosco. Que pagarle a Derek Jeter $189 millones es mucho dinero, sí lo es… pero pregúntenle a George Steinbrenner cuánto no ha sacado vendiendo camisas del #2 de su equipo.

El problema es que esta nueva tendencia ha creado dos monstruos. Primero lo que se conoce como el súper agente, ese negociante que infla el precio de sus clientes buscando aumentar la tajada del porciento que le toca de cada contrato. El mejor de ejemplo de estos es el Sr. Scott Boras, autor del contrato de $252 millones de Alex Rodríguez.

El segundo problema es la desigualdad entre los equipos de distintos mercados. Por ejemplo un equipo de un mercado grande como Nueva York, Los Ángeles o Chicago va a poder pagar más y a una mayor cantidad de jugadores que un equipo de un mercado medio o pequeño como Minnesota o Kansas. Esto lleva a que los pequeños equipos terminen muchas veces pagando de más por jugadores del montón por miedo de perder toda oportunidad o gastando hasta a veces el 50% de su nómina en un jugador estrella que aunque ayuda, no cambiará la suerte de un equipo. No se gana con un jugador, en el béisbol necesitas 25 hombres que jueguen bien entre si.

Aun así ya los jugadores y los agentes se han dado cuenta de este cambio y se aprovechan de las necesidades del mercado para sacar la mayor cantidad de dinero posible. Hey, tu y yo haríamos lo mismo. Sin embargo el hecho de que lanzadores como Barry Zito, consigan un contrato de 18 millones de dólares por 7 años arruina el deporte. Por que si Zito (que es un buen lanzador pero no uno de $126m) vale tanto dinero y apenas juega 1 o 2 veces por semana, cuánto vale un muchacho que te juega todos los días, roba bases, impulsa carreras, conecta jonrones, etc.

Con el tiempo el foco del deporte se ha convertido en, si aquel gana tanto pues yo valgo tanto más o un tanto menos. Se ha perdido la pasión por lo que pasa en el terreno pues todo se mide en dólares y centavos. Nadie quiere ver un equipo con jugadores de tercera coger pela por no poder costear mejores jugadores. El béisbol se ha convertido en un deporte de unos pocos en dónde los equipos pequeños deben invertir en sus sistemas de finca o ser sumamente creativos en el mercado de cambios para poder sobrevivir de año en año. Sino pregúntenle a los chicos de los Nationals por qué tuvieron que irse de Montreal y por qué los chicos de Florida o Tampa Bay necesitan de explorar la idea de llevar sus equipos temporalmente a otros mercados para recibir inyecciones financieras. Hasta que los súper contratos, súper agentes y las súper estupideces sean detenidas por un buen sistema de tope salarial como lo tienen otras ligas en Estados Unidos, la MLB será dominada por quién tenga más presidentes en sus arcas.