Los Cardenales volaron por encima de todos los pronósticos.
Los Cardenales volaron por encima de todos los pronósticos.
Desde que los Yankees de Nueva York ganaron su tercer campeonato corrido en el 2000, las Grandes Ligas han visto como se corona un campeón distinto año tras año. En el 2001 Randy Johnson y Curt Schilling inyectaron su veneno, llevando a los Diamondbacks a la cima. En el 2002 los muchachos de Anaheim hicieron que el mundo entero volviera a creer en Ángeles. En el 2003 un Marlín se creyó salmón y nado contra la corriente para ganarlo todo. En el 2004 se rompió la maldición y los Medias Rojas pusieron a descansar de una vez al espíritu del bambino. En el 2005 se demostró que los latinos no sólo somos grandes en el terreno del juego, sino grandes en estrategia con la victoria de los Medias Blancas de Ozzie Guillén. Finalmente en el 2006 los Cardenales volaron por encima de toda la competencia para proclamarse los mejores. ¿Qué tienen en común todos los ganadores desde Arizona hasta St. Louis? Sencillamente que nadie los daba como el candidato a ganarlo todo.
Con apenas 83 victorias en la temporada regular, la peor marca registrada entre los 8 equipos que avanzaron a la post-temporada, todos olvidamos la calidad de los jugadores y la calidad del dirigente del equipo de St. Louis. Y digo todos, incluyéndome, por que al menos que vivas a 3 cuadras del Busch Stadium no existía posibilidad alguna de que creyeras en este equipo que apenas calificó por una victoria sobre Houston. Y aunque algunos atribuían la campaña a múltiples lesiones, el hecho de que otros equipos pasaron por su situación (y hasta peor) y llegaron mucho más lejos los hizo ver como incompetentes. Y en parte esa era la realidad de los Cardenales. No estaban bateando. No estaban pitcheando. No estaban jugando como se espera de los muchachos de La Russa. Sin embargo entrar en postemporada es borrón y cuenta nueva… y los chicos de St. Louis estaban listos para servirse con la cuchara grande.
Eckstein estuvo brillante. So Taguchi nos hizo pensar el por qué no es un jugador regular. Scott Spiezio estableció una nueva moda de chivas pintadas de rojo chillón y Pujols sencillamente fue Pujols. Sin embargo aunque el premio al Jugador Más Valioso se le entrego a Eckstein en mi corazón el hombre de la serie fue el boricua Yadier Molina. Yadier se transformó en la postemporada bateando .356 y un sorprendente .412 en la Serie Mundial. Pero tal vez lo más impresionante del juego de Yadier es su defensa. El joven receptor trabajó brillantemente con un puñado de lanzadores sin experiencia y comandó jugada tras jugada. Aparte mantuvo a los corredores nerviosos de ser víctimas de su cañon.
Aun así sin importar a quién se le nombrara MVP, los Cardenales como equipo volaron por encima de todas las predicciones y sobre todas las expectativas. Ahora sólo falta ver si serán ellos el primer equipo en revalidar su campeonato en el 2000.
Desde que los Yankees de Nueva York ganaron su tercer campeonato corrido en el 2000, las Grandes Ligas han visto como se corona un campeón distinto año tras año. En el 2001 Randy Johnson y Curt Schilling inyectaron su veneno, llevando a los Diamondbacks a la cima. En el 2002 los muchachos de Anaheim hicieron que el mundo entero volviera a creer en Ángeles. En el 2003 un Marlín se creyó salmón y nado contra la corriente para ganarlo todo. En el 2004 se rompió la maldición y los Medias Rojas pusieron a descansar de una vez al espíritu del bambino. En el 2005 se demostró que los latinos no sólo somos grandes en el terreno del juego, sino grandes en estrategia con la victoria de los Medias Blancas de Ozzie Guillén. Finalmente en el 2006 los Cardenales volaron por encima de toda la competencia para proclamarse los mejores. ¿Qué tienen en común todos los ganadores desde Arizona hasta St. Louis? Sencillamente que nadie los daba como el candidato a ganarlo todo.
Con apenas 83 victorias en la temporada regular, la peor marca registrada entre los 8 equipos que avanzaron a la post-temporada, todos olvidamos la calidad de los jugadores y la calidad del dirigente del equipo de St. Louis. Y digo todos, incluyéndome, por que al menos que vivas a 3 cuadras del Busch Stadium no existía posibilidad alguna de que creyeras en este equipo que apenas calificó por una victoria sobre Houston. Y aunque algunos atribuían la campaña a múltiples lesiones, el hecho de que otros equipos pasaron por su situación (y hasta peor) y llegaron mucho más lejos los hizo ver como incompetentes. Y en parte esa era la realidad de los Cardenales. No estaban bateando. No estaban pitcheando. No estaban jugando como se espera de los muchachos de La Russa. Sin embargo entrar en postemporada es borrón y cuenta nueva… y los chicos de St. Louis estaban listos para servirse con la cuchara grande.
Eckstein estuvo brillante. So Taguchi nos hizo pensar el por qué no es un jugador regular. Scott Spiezio estableció una nueva moda de chivas pintadas de rojo chillón y Pujols sencillamente fue Pujols. Sin embargo aunque el premio al Jugador Más Valioso se le entrego a Eckstein en mi corazón el hombre de la serie fue el boricua Yadier Molina. Yadier se transformó en la postemporada bateando .356 y un sorprendente .412 en la Serie Mundial. Pero tal vez lo más impresionante del juego de Yadier es su defensa. El joven receptor trabajó brillantemente con un puñado de lanzadores sin experiencia y comandó jugada tras jugada. Aparte mantuvo a los corredores nerviosos de ser víctimas de su cañon.
Aun así sin importar a quién se le nombrara MVP, los Cardenales como equipo volaron por encima de todas las predicciones y sobre todas las expectativas. Ahora sólo falta ver si serán ellos el primer equipo en revalidar su campeonato en el 2000.
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